Copropietaria de Bodegas Máximo Abete’, que lleva junto a su hermana, destaca por ser un negocio familiar, en el que ha volcado amor, cariño y una pasión y vida por el mundo de la viticultura.
Creció mientras sus padres llevaban a cabo el sueño de recuperar las parcelas de su madre. La propia María ha llegado a confesar que solo con una pequeña viña, un par de barricas y un motón de ilusión fue como comenzaron a hacer sus primeros vinos, viendo la luz su primer vino en el año 1995 bajo la marca Guerinda.

Compaginó sus estudios en ingeniería industrial junto con el desarrollo del sueño vitivinícola de su familia. Aunque tuvo unos años en los que se dedicó a las energías renovables, descubrió que nada la motivaba más que seguir aprendiendo y desarrollándose en torno al mundo de la viña y el vino, siendo su primera añada fue en el año 2009. Completó su formación obteniendo un máster en viticultura y enología, además de realizar gran cantidad de viajes, catas y de no parar de aumentar su vínculo con le vino.

Con el fallecimiento de su padre, en 2011, María y su hermana Yoanna, pasan a hacerse cargo de la bodega en todos lo sentidos y factores, y como ella misma dice ‘a hacer un poco de todo’. Manteniendo en la bodega la tradición inculcada por su padre, actualmente los productos de la bodega su encuentran en hasta más de 20 países entre Europa y América.